Espacios para mente y cuerpo en los nuevos edificios residenciales

En la actualidad, los espacios para hacer gimnasio o practicar yoga son de relevancia en los diseños arquitectónicos de un edificio. La razón para incluir estos ambientes en varios proyectos de altura es brindar comodidad y valor agregado a los futuros propietarios de los inmuebles.

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Dar estos beneficios a los posibles compradores de los nuevos departamentos es un objetivo por el momento, debido al estilo de vida que llevan las personas jóvenes. Hombres y mujeres resaltan la importancia que le dan al cuidado de su cuerpo y mente. Por eso, una de las claves de innovación a implementar en el diseño de un edificio es incluir un estudio de yoga además de un gimnasio.

Si te preguntas qué es lo que debe tener un buen estudio de yoga, te damos en este pequeño artículo algunos tips. En primer lugar está el espacio: tiene que ser amplio, ya que entre cada colchoneta de yoga debe existir una distancia de 50 cm para la movilidad de los participantes dentro de la sala. De igual manera, la iluminación juega un rol central, ya que en esta práctica la interacción con el sol, en muchos ejercicios, es necesaria.


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Un espacio dedicado para que una persona se concentre en realizar yoga también debe brindar un ambiente de tranquilidad. Así, la acústica puede ser muy necesaria para que el yogui pueda conectarse consigo mismo. En algunos espacios se incorporan patios o jardines que atraen aves para que el ambiente ofrezca la sensación y los sonidos que produce la naturaleza. Aunque esto es necesario para algunos ejercicios, en muchos otros es requisito que exista silencio profundo, por eso los constructores tienen que asegurarse que también se puedan aislar los ruidos externos en los espacios con jardín.

La relación entre arquitectura y yoga es cada vez es más importante. El valor agregado de los edificios que cuentan con área de yoga, como Torre Ganté, es dar la mayor comodidad a sus residentes de encontrar en un solo lugar un hogar y un sitio ideal para descansar de la rutina.

Priscila Ordonez